domingo, 11 de noviembre de 2012

Sueños...

Me apetecia escribir un rato y ya que ahora tengo tiempo, raro en mi, pues me he dicho, ¡Por qué no!, así que aquí estoy, no os decepcionéis si lo que escribo no es nada del otro mundo (lo mas seguro), sólo intento llenar los espacios de mi vida en los que me aburro tan irremediablemente con pequeños placeres como inventar una pequeña historia como esta. Espero que la disfrutéis, un beso!

La luz iluminaba su cara. Había esperado ese momento durante toda su vida y sin embargo de su boca no salía ninguna palabra coherente. Se había quedado petrificada delante de toda aquella gente, un gran tumulto de personas con los ojos fijos en ella. Tenía la sensación de que ni siquiera pestañeaban esperando cualquier reacción por su parte, por pequeña que fuera. Aunque el sonido se había apagado de golpe y sus oídos no captaban más que el absoluto silencio, el cual era tan monumental que casi le hacía daño, podía ver los rostros del público, sus risas y carcajadas, señalandola, como a una atracción de circo.
Sin poder aguantar esa vergüenza corrió tanto como sus piernas fueron capaces fuera de aquel horrible escenario sin saber si quiera a donde debía dirigirse.
Cada minuto de su existencia en el último año, se había basado en preparar y repasar aquella prueba, y sin embargo a la hora de la verdad su cerebro le había fallado dejandola en ridículo delante de toda aquella gente.



No sabía como iba a afrontar aquella situación, como volvería a mirar a la cara a todas aquellas personas que la habían apoyado y dado fuerza durante esos últimos meses, incluso dejando de lado cosas importantes para ellos tan sólo para sostenerla y ayudarla en sus peores momentos. Y ahora los había decepcionado.
Paró tras haber corrido largo rato. Que iba hacer ahora, no quería volver, pero no podía esconderse. No era el fin del mundo pero para ella era lo peor que le podía haber pasado. Sentía una gran losa en el fondo del estómago como si hubiera preferido pasar por cualquier otra situación antes que defraudar y desilusionar a sus amigos mas allegados, su familia.
El móvil comenzó a sonar estridentemente, parecía como si le fuera a explotar los oídos, miro quien era, un escalofrío le recorrió toda la espalda al darse cuenta de quien llamaba. Su representante. Tonta de ella ni siquiera había pensado en él. Se dio cuenta de que se encontraba en una situación infinitamente peor de la que imaginaba, ahora ¿cómo iba a pagar todas sus deudas? Mario se había endeudado hasta las cejas por ella, tenía todas las cartas ganadoras y ella había dejado pasar la oportunidad.
Cogió el telefono, casi sin poder sujetarlo por el temblor que se había apoderado de sus manos. Una voz glacial surgió del interior del aparato:
- ¿QUIÉN TE CREES QUE ERES? ¿TE CREES QUE DESPUES DE TODO LO QUE HEMOS HECHO POR TI DE TODO LO QUE HE SACRIFICADO POR TI TE PUEDES IR DE ROSITAS? ¿ES QUE ACASO NO TE IMPORTA NADA? ¡TE VOY A DEMANDAR Y NO VAS A VOLVER A VER LA LUZ DEL DÍA! NUNCA NADIE VOLVERÁ A CONFIAR EN TI, ¡¡ERES UN FRAUDE!!
Sin siquiera dejarla decir palabra colgó con gran enfado. Ella se sintió aun peor. Su vida había terminado, no podía volver y nadie la salvaría en esta ocasión. Las lagrimas empezaron a rodar por su rostro. Todo su cuerpo comenzó a deslizarse hacia el suelo, sus piernas ya no eran capaces de sujetarle el peso y comenzó a temblar de pies a cabeza sin poder evitarlo. Los sollozos se hacían cada vez más fuertes según iba pensando en todo lo que le esperaba a partir de ese momento.
¿Dónde iría ahora? ¿Quién la ayudaría? Nadie. La culpa que sentía no era nada comparable al vacío que sentía por dentro. Estaba sola. SOLA.

Se levantó como si alguien le hubiera gritado al oído. El sudor le recorría la cara y sentía las lagrimas a punto de desbordarse. Estaba hiperventilado. Miró el reloj de su mesita de noche que marcaba con una luz verdosa la hora. Las 3.34 a.m. Sólo había sido un sueño. Todavía tenía la oportunidad de ganar. No había empezado, pero se sabía bien su actuación. Respiró hondo para tranquilizarse después del horrible sueño que había tenido. Sabía que no iba a fallar. Lo tenía todo a su favor. Apoyó la cabeza en la almohada y la tranquilidad la embargó como un dulce elixir.
Esta vez soñaba con cuentos de hadas.

Fin.

PD: Ciertamente me ha quedado un poco mal, pero bueno, tampoco esperaba nada del otro mundo :)

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