Ella

Siempre vengo aquí. Cada vez que estoy mal, dolida y pienso que la vida no vale nada, vengo aquí. Miro hacia abajo, veo el paisaje, me tranquilizo, me dejo llevar por el ruido de las olas y nunca me atrevo. Termino volviendo a casa, donde lo único que me espera es dolor y desesperación, pensando que quizás lo que me espera no es tan malo, que todo va a cambiar, se solucionará y por fin, una vez en mi vida, seré feliz y las cosas me saldrán bien.
Miro hacia abajo, agua, viento, sal; respiro hondo. Esta vez no me echaré atrás. No puedo. Esta vez no. Vuelvo a mirar hacia abajo, no siento nada. Desde siempre he sentido vértigo, temor a las alturas, pero ahora lo único que siento es un nudo en la garganta y el corazón en un puño. Lo he decidido, no quiero sentir nunca nada más. Estoy harta del dolor, el daño, el engaño, los gritos, los celos, las peleas y todo el dolor cuando él me pega. Lo único que me duele de verdad es saber que la voy a dejar sola. Mi niña. No quiero dejar a mi única hija sola, pero no lo soporto más. Pero ella… Otra vez. Remordimiento. Él la pegara, la mandará a un orfanato, o incluso la… no, eso no. No puedo dejarla sola. Nunca me lo perdonaría. Demasiado pequeña para recordarme, pero… ¡No! Esto está mal, no le puedo hacer esto a ella. No a ella. Aguantaré. Todo lo soportaré. Por ella.
FIN